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Tiempo de glorias

Cerrojazo en los goznes de Santa Marina y carpetazo del músico a la partitura de Amarguras. La última hermandad de nuestra Semana Santa (y primera de gloria, no se olviden) cerraba la semana pasional proclamando la buena nueva: tiempo pascual y glorioso. Sin sacudirnos aún el letargo, periodo indeterminado que sirve de alimento a la memoria y al recuerdo, Jesús Zurita descubría en el Mercantil su visión particular sobre el periodo de Glorias, concentrada en el misterio de la Encarnación. La imagen gloriosa de los Terceros presidía el lienzo, albergando en su manto –a imagen y semejanza de un monte cargado de dragones y calaveras- “el poder del Altísimo”, frase del Evangelio de San Lucas. Una obra enmarcada en un estilo artístico distinto, y por ende necesario en nuestro acostumbrado modo de concebir carteles.

Cumplida apenas una semana de la agonía del Cachorro (osadía la mía el comprimir en un marco temporal la muerte en vida de Dios), desde el templo franciscano de San Buenaventura el cortejo de la Virgen de Guadalupe echaba a andar hacia la Catedral junto a su imagen titular, elegida este año para presidir el Pregón de las Glorias. Pregón, por cierto, en el que Miguel Andreu condensó de manera excepcional la alegría y la vitalidad inherente a este tiempo. El Hermano Mayor de los Sastres insistió en la importancia centenaria de estas Hermandades, sustento del latir cofrade en nuestra ciudad e intercesoras fundamentales en la continuación y proyección de nuestra fe el resto del año.

Comienza por tanto un periodo eminentemente extenso, variado, accesible y sobre todo alegre, muy distanciado del canon penitencial de la Semana Mayor pero perfectamente compatible con el gusto popular y cofrade de nuestra ciudad. Son Hermandades con devoción aparentemente oculta pero que eclosiona a la par que las flores y los pinares en mayo, el calor en julio, la algarabía de las Pastoras, los rosarios de octubre y el epílogo de noviembre.

Este año cobra especial interés la salida procesional de la Virgen del Mar, del templo de la Misericordia y filial de la patrona almeriense, motivada por el sexagésimo aniversario fundacional. Será el 13 de mayo e inaugurará oficialmente el tiempo de Glorias.

Ni podemos ni debemos dejar caer en la indiferencia y la mera impasibilidad estos meses de procesiones casi semanales, con hermandades que protagonizan verdadera y sentida protestación de fe pública en los barrios, en el centro y en todas las feligresías. Aunque pueda parecer poco creíble, estas imágenes cuentan con un fervor muy arraigado y mayoritario en aquellas parroquias donde acuden los fieles más leales, portadores de una fe íntima y reducida a la oración musitada y profunda.

Hermandades que son verdaderas reliquias históricas y que cuentan con una antigüedad inconcebible al ojo ajeno que las contempla sin mayor trascendencia. Ejemplo claro es la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, imagen que ostenta el patronazgo del Ayuntamiento y data de primeros del siglo XV, cuya procesión de regreso el día del Corpus (jueves señalado en rojo en el calendario sagrado) es muy seguida por todos los sevillanos. También destacamos sobremanera el mes de septiembre, identificado inmediatamente con las procesiones de las Divinas Pastoras, cuya devoción crece exponencialmente y congrega millares de cofrades, en Triana, en San Antonio, o en Santa Marina.

Y podríamos seguir con la Virgen del Carmen en julio, advocación importada de la marinería, o con la Virgen del Rosario, que sin duda protagonizan las procesiones más auténticas y señeras de la ciudad, permiso previo de la Virgen del Amparo y la Reina de Todos los Santos, que conforman un cierre señorial y excepcional al tiempo de Glorias.

Por tanto, les invitamos a vivir intensamente el día grande de nuestras Hermandades de Gloria, pues en el calendario cofrade personal ocupan algo más de medio año, y cuya forma de concebir la fe nos acerca aún más al encuentro con la Virgen María en su glorioso misterio.

Porque sin darnos cuenta (benditas casualidades), esta vez serán los goznes del Salvador los que echen el cierre a este periodo glorioso cuando la popularmente conocida como la “Lotera”, dé paso a la natividad de Nuestro Señor. Y es que nacerá y crecerá en las entrañas de la Colegial, esperando la apertura del portón primero para bajar por la “rampla” de Jerusalén a lomos de su borriquillo.

 

(Fotografía José Mª Carreras-Menaut)

  Manuel Lamprea Ramirez
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