Nuevas miradas de bienvenida
Sí, es cierto que todas las miradas estaban puestas en José María Jiménez Pérez-Cerezal por su particular estilo pictórico y su valentía a la hora de ponerlo en práctica en un sector tan delicado como el de nuestras cofradías. Pero solo porque Donald Trump haya sido el primer personaje de renombre mencionado esta mañana en la Fundación Caja Rural, merecía la pena asistir a la presentación del Cartel de nuestra Semana Mayor.
Y es que José Luis García Palacios, Presidente de dicha entidad, inauguró el acto haciendo referencia a los giros políticos que habría sufrido nuestra sociedad y su influencia en el desarrollo de la fiesta. Una vez trepadas las ramas que nada tenían que ver con el evento, hizo especial hincapié en las obras sociales de nuestras Hermandades y su profunda y, a veces oculta, trascendencia.
En una mesa compuesta por representaciones de diversas instituciones, tomó la palabra Carlos López Bravo, Secretario del Consejo, cuya intervención tuvo como eje vertebrador el objetivo primordial del Cartel: dar proyección internacional a nuestra Semana Santa. El Delegado del Martes Santo y Portavoz del Consejo Juan Jóse Morillas, cuyo principal cometido era el de anunciar el momento previo al descubrimiento, tuvo la genial idea de pronunciar, consecutivamente, dos palabras que producen auténtico pavor en ciertas parcelas: “rompedor” e “innovador”. Y así es el estilo de Cerezal, reconocible por el empleo de técnicas fovistas y abstractas. Y por tanto así es su pintura, una obra cargada de simbolismos que, inevitablemente, quedan supeditados a la mirada eterna, profunda, desorbitada, del Cristo de la Expiración. Quizás se esperaba un cartel más atrevido, más transgresor, pero sin duda es un gran paso para introducir nuevas técnicas pictóricas en los carteles de Semana Santa. A las 12:40 del mediodía, Sevilla anunciaba al mundo su fiesta mayor.
José María Pérez, hasta entonces retraído y contenido en su silla, se encaramó al atril y liberó toda tensión y nerviosismo. Y ahí comprendimos perfectamente la relación entre artista y obra. Sencillo, simple, de la calle. Así es nuestro protagonista. Ignorando todo protocolo y formalismo, agradeció en un discurso divertidísimo y aliviado el apoyo mostrado. Agradeció a Huelva, a Jerez, a Cádiz, y a Málaga por mostrar a Andalucía que fuera de nuestras fronteras se deja el listón altísimo. Y agradeció también a Ruiz Gijón por extraer de la madera el tránsito interminable de la vida y la muerte. Podríamos comentar algunos aspectos técnicos (predominio del cian, fondo apastelado…) pero creo que no es necesario. Él se queda con las golondrinas que ven al Cachorro en primera plana, la tarde cálida del Viernes Santo, desde una perspectiva difícilmente apreciable por el ojo humano. En clara referencia becqueriana, las golondrinas de Cerezal cuelgan sus nidos en los balcones de Castilla para ver pasar al Hijo de Dios. Un diálogo de la naturaleza.
Antes de clausurar el acto, Juan Carlos Cabrera, Delegado de Fiestas Mayores, incidió en la necesidad de proteger nuestra fe y asegurarla sin miedo a calificaciones ajenas. Sainz de la Maza, para rematar su triunfal debut, entregó al pintor un pergamino conmemorativo antes de que todos los presentes arramplaran, sin piedad, con el posterior tapeo de rigor. La Agrupación Musical Nubia, que intercaló las diversas intervenciones con composiciones musicales, cerró el acto interpretando Caridad del Guadalquivir.
El invierno no ceja en su empeño de seguir aprovechando los últimos días de enero para azotar con sus gélidas mañanas. Sin embargo, hoy una incipiente primavera ha sembrado en nuestro interior una semilla de calor combativo. Y es que, en 78 días, las golondrinas comenzarán a tejer sus casas buscando la sombra fresca de las fachadas encaladas, sin apartarse del azul limpio del cielo del viernes. Y ahí estará el Cachorro para ver, por última vez antes de emigrar a la otra vida, el revoloteo incansable de sus alas negras.