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Antonio Sánchez pregonó el amor a María Santísima de la Paz y Esperanza

No hay nada más bello que las palabras de un hijo a su madre.  Esas palabras van siempre acompañadas de un auténtico sentimiento de amor y ternura. Algo reciproco, pues la madre es la que inspira esa pasión que nos une a ella en un inseparable cordón de adoración eterna.

Eso es lo que se pudo vivir anoche en la Iglesia de Capuchinos, un auténtico pregón del amor filial a la Madre. Esa madre que se desvela cada día por sus hijos, que sufre y que ríe, que llora y se desvela.

Antonio Sánchez es el hijo que profesa ese afecto incorrupto e incondicional, un ejemplo de que la juventud puede ser fiel a sus creencias y valores más eternos, aquellos que nunca pasan de moda y que otros si quieren que caduquen.

No, Antonio exaltó de la mejor manera lo que un hijo siente por la que le da sentido a su vida, por la que es capaz de brotar una lágrima tras otra cuando la mira. No estaba solo, su madre estaba a su lado en todo momento, diciéndole, aconsejándole. ..

En María Santísima de la Paz y Esperanza están reflejadas todas esas madres que suspiran intranquilas por sus hijos desde que nacen hasta el último aliento. Lo de anoche no fueron simples palabras, fueron rosarios de alabanzas unidos por conjunciones de auténtico amor.

Cómo no va a ser coronada, si es capaz de inspirar en los más jóvenes este sentimiento,  capaz de congregar día tras día a multitud de personas que llenan ilusionadas hasta el último rincón de Capuchinos.

Personas que como anoche, se emocionaron ante un joven que pregonó a María y que finalizó, entre aplausos y lágrimas, con la siguiente oda al amor:

 

Juntos vivirán

Un momento para recordar

que a la que llamaban princesa

En reina se convertirá

 

Que Córdoba se entere

que eres Soberana

Reina y Señora

de esta ciudad sultana.

 

El faro que nos guía

y el motivo de nuestra alegría.

 

Y a mi, que ya no podré aguantar

Aquello que más esperaba

Al fin te podré llamar

¡PAZ  Y ESPERANZA CORONADA!