Eran jóvenes muy jóvenes, pero ya la querían….
Eran los años 90 cuando un grupo de adolescentes hacia su visita diaria al céntrico taller de los imagineros Antonio Bernal y Francisco Romero, aprovechando los descansos de los recreos del instituto.
Entrar por el portón del taller era sumergirse en un mar de ilusiones cofrades, un sinfín de curiosidades que empezaban a despertar. Y allí estaba Ella. Solo estaba su busto en madera, cierto, pero era Ella.
La ilusión de unos jóvenes al ver el nacimiento de la imagen dolorosa, cautivó a su autor, Antonio Bernal, que quiso darles el privilegio de convertirlos en los futuros custodios de la Virgen.
Así empezó el germen de todo. Las vicisitudes de la vida y los vaivenes de la edad hicieron el resto. Han pasado muchos años y aún parece esperar cumplirse el sueño por completo de aquel encargo, que el imaginero dio a esos niños adolescentes.
Hoy sin duda se revive desde la distancia de aquellos, ese aroma a juventud que la bella Dolorosa de la O despierta en quien la admira. Saldrá en Rosario Vespertino camino de la Iglesia de Fátima, para regresar en procesión triunfante, acompañada de los sones de la ilusión.
Y sin duda los que hoy harán realidad este acontecimiento no conocerán este origen, pero da igual. Esa ilusión, pese a los contratiempos vividos nadie conseguirá apagar.