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Mal vamos si no vemos lo de arriba

De unos años a esta parte he comprobado que en los ensayos de costaleros, cada día va más gente a mirar, ¿para aprender? ¿A chismorrear? Más bien a no parar de hablar y molestar a los que están ensayando.

Cierto es que siempre ha habido gente viendo los ensayos. Hace treinta o veinte años iba poca gente, diría que poquísima,  veían el ensayo diez o quince minutos máximo y se marchaban, observando siempre con el máximo respeto.

Hoy en día, los ensayos son una feria, hay más gente fuera del paso y alrededor que dentro de la mesa de ensayo, entre los que van a mirar, los que van a chismorrear, los nenes y adolescentes que se creen que por ver vídeos o ver ensayos, ya saben más que los costaleros o los propios capataces, las novias y mujeres de los costaleros (antiguamente, ni se pasaba por la cabeza que fueran las novias o mujeres). Los ensayos se han convertido en una feria.

En unos de mis últimos ensayos, en una hermandad de silencio, había entrado un nuevo capataz , que había sido llamado para traer a la hermandad gente para la cuadrilla. Una cuadrilla en la que quedábamos pocos, todo hay que decirlo, y este capataz trajo a gente joven, muy joven diría yo para meterse debajo de un paso. Cuando llevábamos una hora o así debajo, ensayando, uno de los chavalillos que iban debajo, en el costero, dijo con la naturalidad más grande del mundo “¡vamos a ronear!”.  Solo era un ensayo, es cierto , pero me pregunto yo,  ¿sabía este chaval en que hermandad estaba y como andaba? ¿Le importaban las imágenes que irían encima o solo su lucimiento personal o de la cuadrilla?

Este mundo del costal se ha convertido en un autentico caos. La gente vitorea un trabajo que debe ser anónimo, que debe ser respetuoso con sus imágenes, aunque se hagan cambios,  se lleve sobre los pies o de costero a costero. Se tiene que respetar a las imágenes, no se deben endiosar a las personas que van debajo, por muy buenas bandas que lleven detrás.

Un aplauso bien dado en un momento oportuno es la mejor recompensa que puede escuchar un costalero a su trabajo bien hecho, pero de ahí a ser vitoreado o endiosado, va todo un abismo. Repito, lo verdaderamente importante está encima de la parihuela, no debajo.

 

(Fotografía Tomás de la Yglesia)