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Tipos de basílicas

El término basílica procede del griego, y significa etimológicamente casa real. Desde el punto de vista arquitectónico, era un edificio público multiusos de planta rectangular. Cuando los cristianos necesitaron, después del Edicto de Milán (313), edificios de culto para albergar a las crecientes comunidades, escogieron preferentemente esta tipología como la más adecuada.

Progresivamente, el término iglesia fue preferido al de basílica, pero en muchas ocasiones eran intercambiables. El término basílica no empezó a tener un valor canónico hasta el siglo XVIII, cuando se empezó a distinguir basílicas mayores y basílicas menores, cuyos títulos llevaban aparejados una especial significación y privilegios. Así, la designación de basílica ha llegado a ser el más prestigioso título concedido a una iglesia, pues se las considera las iglesias por excelencia.

I. En primer lugar debemos distinguir las Basílicas Patriarcales. En cada Basílica Patriarcal el altar mayor es conocido como altar papal, en el que sólo pueden celebrar el papa y prelados con su permiso explícito.

1. Las más importantes son las Basílicas Mayores o Papales, en Roma, que tienen una vinculación especial con el Romano Pontífice y el título de Sacrosancta. Cada una de ellas está regida por un Cardenal Arcipreste, nombrado por el Papa entre los residentes en Roma como  su representante personal. Están ligadas tradicionalmente a la indulgencia jubilar del Año Santo: las de San Pedro y San Pablo, desde el primero de Bonifacio VIII de 1300; la de San Juan de Letrán desde el segundo, de 1350; la de Santa María la Mayor desde el tercero, de 1390. Cada una de ellas tiene su Puerta Santa al efecto.

Las tres intramuros tienen un cabildo de canónigos seculares, que al menos desde mediados del siglo XVIII gozan de los privilegios e insignias de los protonotarios apostólicos. El culto de la Basílica Ostiense, en cambio, está a cargo de una abadía benedictina presidida por un Abad.

Cada una de ellas cuenta también con un Colegio de Penitenciarios, confesores con especiales poderes para perdonar pecados reservados.

Sus insignias tradicionales son la umbela basilical y el tintinábulo. La Archibasílica Lateranense es la única que tiene facultades para usar dos tintinábulos y dos umbelas. Dicha umbela es de franjas alternadas de terciopelo rojo escarlata y tisú de oro, ricamente recamada, galoneada y flecada en oro. El tintinábulo está ornamentado y con una inscripción alusiva a la basílica.

La primera y más antigua es la Archibasílica de San Juan de Letrán, adscrita al Papa, Patriarca de Occidente, Catedral, por tanto, de Roma, por lo que es denominada: Sacrosancta Lateranensis Ecclesia, omnium Urbis et Orbis ecclesiarum Mater et Caput, es decir, cabeza de todas las iglesias de la Ciudad y del Orbe. Bajo el patronato de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, oficialmente tiene el título del Santísimo Salvador. Su dedicación se celebra litúrgicamente en el Rito Romano como memoria obligatoria el nueve de noviembre. Hasta el destierro de Aviñón tenía anexa la residencia pontificia: el Patriarchio. Su Cardenal Arcipreste es el Vicario General de Roma.

Le sigue en rango la Basílica de San Pedro del Vaticano, levantada sobre la tumba del Príncipe de los Apóstoles, adscrita primitivamente al Patriarca de Constantinopla. Después del retorno del último papa de Aviñón a Roma en 1377, Gregorio XI, en el complejo vaticano se establece la residencia papal. Su Cardenal Arcipreste es el Vicario General del Estado Vaticano.

La siguiente es la Basílica Ostiense de San Pablo Extramuros, sobre la sepultura del Doctor de las Gentes, adscrita primitivamente al Patriarca de Alejandría.

Por último, la Basílica Liberiana de Santa María la Mayor, adscrita primitivamente al Patriarca de Antioquía.

Hay además tres Basílicas Patriarcales Menores. La primera, la Basílica de San Lorenzo Extramuros, en Roma, adscrita primitivamente al Patriarca de Jerusalén desde el 451. Y dos en Asís: la Basílica de San Francisco, construida por deseos del Papa Gregorio IX entre 1228 y 1236, para custodiar el cuerpo del Poverello, y la Basílica de Santa María de los Ángeles en la Porciúncula, origen del famoso Jubileo del dos de agosto o Perdón de Asís desde 1270.

Después de éstas, tenemos Basílicas Menores. La distinción entre basílicas mayores y menores no empieza a utilizarse hasta principios del siglo XVIII. Excepto las cuatro apeladas mayores, todas las iglesias conocidas por basílicas, incluyendo la de San Lorenzo Extramuros y las dos franciscanas de Asís, han sido reconocidas canónicamente como basílicas menores.

En primer lugar las hay llamadas inmemoriales, pues son consideradas basílicas sin ninguna concesión o erección formal desde tiempos antiguos. En ellas se incluyen las colegiatas insignes de Roma, que fueron asimiladas en la segunda mitad del XVIII. En el Código de Derecho Canónico de 1917 se les reconoció de jure a estas iglesias derecho a este título. La mayoría de ellas se encuentran en Italia; sesenta y cuatro sin contar las cuatro mayores y las dos de Asís, de las que en Roma hay treinta y ocho incluyendo a San Lorenzo Extramuros.

Por último tenemos las Basílicas Menores canónicamente erigidas. La primera creada como tal fue el Santuario agustino de San Nicolás de Tolentino, Tolentino (Macerata, Italia), en 1783, por el Papa Pío VI en el Breve Supremus ille de veintisiete de junio.

La primera fuera de Italia, cuarta de todo el mundo, en recibir oficialmente este título fue la Catedral de Notre-Dame de París por bula del Papa Pío VII, datada el veintisiete de febrero de 1805.

En España, la de los Milagros de Ágreda (Soria), la de Nuestra Señora de Badaín, Diócesis de Barbastro-Monzón, en Badaín (Huesca); la de San Isidro, de Madrid, y la de San Lorenzo del Escorial, en su provincia; la Catedral de los Santos Emeterio y Celedonio, de Santander (Cantabria), y la Catedral de Santiago de Compostela (La Coruña), están en la categoría de las inmemoriales.

En 1810 es la memoria de la más antigua concesión de este título en nuestro país, a Santa María de la Peña, de Graus (Huesca). El once de junio de 1819 lo obtuvo la Catedral de Santiago Apóstol, de Bilbao (Vizcaya). En Andalucía, la primera en ostentarlo fue la Catedral de la Virgen de la Encarnación, de Málaga, desde el trece de marzo de 1855.

Repasemos ahora Andalucía Occidental. En la Archidiócesis de Sevilla tenemos cuatro, todas en la capital. La primera, la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena, concedido por Pablo VI mediante bula de doce de noviembre de 1966. El veintinueve de diciembre de 1992 San Juan Pablo II hizo lo propio con el templo del Gran Poder, el veintinueve de mayo de 2008 Benedicto XVI dio ese título al Santuario de María Auxiliadora, y el veintidós de febrero de 2012 hizo lo mismo con el templo del Santísimo Cristo de la Expiración, el Cachorro de Triana.

La Diócesis de Jerez, segregada de la hispalense en 1980, y que forma parte de la provincia de Cádiz, cuenta cinco: las Basílicas de Nuestra Señora de la Merced y de Nuestra Señora del Carmen, en la ciudad, desde el once de noviembre de 1949 y el veintiocho de junio de 1967 respectivamente. La Basílica de Santa María de la Asunción de Arcos de la Frontera desde el tres de febrero de 1993, la Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad de Sanlúcar de Barrameda desde el diecinueve de febrero de1997, y la Basílica Prioral de Nuestra Señora de los Milagros del Puerto de Santa María desde el veinticuatro de septiembre del 2014.

En la diócesis onubense no hay ninguna, ni tampoco en la gaditana, aunque los dominicos están gestionando ante el Obispado la concesión de dicho título a la Conventual de Nuestra Señora del Rosario, Patrona de Cádiz.

En la diócesis cordobesa tenemos, en la capital, la Basílica Parroquial de San Pedro desde el veintitrés de noviembre del 2005, donde se conservan las reliquias de los mártires mozárabes, y en la provincia, la de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, en Montilla, donde se conservan sus restos, desde el veinte de junio del 2012.

 

(Fotografía José Campaña)