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El Cristo de los Cálices

En el año 1603, Montañés realiza este crucificado, llamado de la Clemencia o de los Cálices, para la Cartuja de las Cuevas de Sevilla, concretamente para la capilla personal del arcediano Vázquez de Leca, el que encargó el Cristo de la Clemencia. En dicho convento estuvo hasta 1836 que, debido a la famosa Desamortización, pasa a la Catedral, siendo instalado en la Capilla de Los Cálices a mediados de la década de los 50 del siglo XIX, de donde le viene el sobrenombre al crucificado, el cual consideramos una joya del barroco.

Entre 1992 y 1993, hubo cambios sustanciales en las Capillas de Los Cálices y en la de San Andrés, pasando a esta última el crucificado en 1992, fecha en la que la Catedral participaba de la Expo 92 y por este motivo pudo producirse el cambio de capilla, aunque en 1993 la Capilla de los Cálices también estuvo en obras, siendo la posible segunda causa. De este modo, el sobrenombre «de los Cálices» ya no tiene sentido y si tuviéramos que buscarle otro de las mismas características, ahora sería «de San Andrés». Este crucificado es indudablemente otra de las joyas del barroco sevillano y en concreto, de la Santa Iglesia Catedral, donde pasa sus días escuchando a sus fieles, que no son pocos.

La imagen tiene una gran altura, unos 1.90 metros, y podemos calificarlo de apolíneo debido a la ausencia de heridas y de sangre, coronado por la corona de espinas e inspirante de serenidad. La obra la enmarcamos en la Sevilla de la contrarreforma católica, ciudad en la que se han asentado numerosas órdenes religiosas, ya que esta era la salida hacia América.

Una gran obra de Juan Martinez Montañez, para la catedral de Sevilla. impresionante el realismo y sobre todo la paz y tranquilidad que transmite. A continuación les mostramos el siguiente reportaje de nuestro compañero Miguel Ángel Torres.