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Del color de la cera en el culto

En la liturgia sólo se contemplan dos colores para la cera. Por lo común es blanca, color festivo por antonomasia y que simboliza la victoria sobre las impurezas del pecado y las tinieblas de la muerte. También puede ser amarilla, su color natural, llamada también tiniebla, sin blanquear, para los tiempos penitenciales: Adviento y Cuaresma, Triduo Sacro y la luctuosa liturgia funeraria.

Entre nosotros se ha extendido el uso de la cera roja para el culto sacramental a partir de la Sacramental del Sagrario a mediados del siglo XVII. El rojo es el color de la sangre y del fuego, por lo que pasa a simbolizar el heroísmo del sacrificio y el incendio de la caridad. En este caso supone recalcar la dimensión sacrificial de la Eucaristía.

En la cera de los cortejos también podemos ver empleada teñida de verde. Este color simboliza la vida, por ser el color de la fotosíntesis, así como del agua, principio de la existencia, y esperanza de la vida eterna, por la regeneración del reino vegetal, que reverdece cada primavera. Por eso la usan las hermandades que veneran a María con el título de Esperanza y las de la Vera-Cruz, puesto que la Cruz es el leño verde del que bota la vida (Lucas 23, 28-31).

El morado o violeta es consabido que es el color de la penitencia y de la humildad, y, por tanto, de la Cuaresma y de sus procesiones penitenciales. Es en especial color utilizado por las hermandades de Jesús Nazareno, por ser el color habitual de su túnica, en el que se funden el rojo, del amor de Dios manifestado en Cristo, y del azul, símbolo de su sabiduría divina y de la salvación. Además el color morado e heráldica se asimila a la púrpura, que recuerda el doble mesianismo del Hijo de Dios: regio y sacerdotal.

El azul es el más inmaterial y frío de los colores, por lo que recuerda el agua, el aire, el cristal, la bóveda celeste… y por tanto simboliza el ascenso del alma a lo divino, que se consuma tras la muerte. Por eso es el color empleado para los entierros y el de la bandera de la Hermandad de la Santa Caridad, que tenía como fin principal enterrar a los ajusticiados y desconocidos, sobre la que se coloca el rojo corazón incendiado por el fuego de la caridad que tiene como máxima expresión la cruz.

Se ha introducido en algunos casos la cera negra, color de los sufragios por los difuntos, por simbolizar el negro término o fin y por tanto cambio de estado. En Semana Santa significaría el Deus absconditus. Pero no me parece muy apropiado este color para la cera por ser el adoptado por los cultos satánicos.

Para concluir, en cuanto a usos erróneos, después de lo explicado, es impropio usar cera amarilla, morada, verde o azul para el culto sacramental, como en el Corpus, o cera tiniebla fuera de los tiempos penitenciales y de la liturgia funeraria.

 

(Fotografía José Manuel Marta Campaña)