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Esquema compositivo que parte de una misma base y que originó el encargo de ambas obras, la devoción Mariana de gran arraigo en ciudades tan distantes como Ecija y Catania.

Esa devoción se lleva al eje principal de la obra con una representación de una Inmaculada de Murillo, en el caso de Ecija y cuyo original se encuentra en el museo de Bellas Artes de Sevilla, y en el caso de Catania se representa la talla más venerada en la ciudad de la Inmaculada Concepción, imagen que data del s. XVII y con clara inspiración murillesca en su formalizacion creativa.

Tres franjas verticales recorren cada obra, reservándose la franja central para la imagen principal que viene reforzada en su expresividad por ir acompañada en cada caso por un fondo que define elementos muy característicos del lugar al que van destinadas, el manto de la Virgen del Valle y patrona de Ecija en un caso y el volcan Etna con el paisaje de la ciudad de Catania en el golfo del mismo nombre y su puerto en el otro caso.

Las franjas laterales en ambos encargos cambian de tonalidad para albergar el resto de las devociones de cada lugar, en Ecija los tonos azulados vienen inspirados por la recreación de un retablo cerámico mientras que en Catania el cambio de tonalidad recrea un ambiente nocturno.

En mi opinión creía interesante enfrentar estos dos cuadros que tantas satisfacciones me han dado y cuyo esquema creo se puede adaptar a numerosas circunstancias particulares de distintos entornos y que espero en el futuro me sigan deparando alegrías en lugares que todavía desconozco…

César Ramírez