Blog

Un juego de potencias para el Señor de la Bondad de Córdoba

El Señor de la Bondad, del Grupo Parroquial con sede en la Parroquia de la Fuensanta, estrenará para su bendición unas potencias que serán realizadas por el orfebre Francisco Díaz Luque.

Este juego de potencias diseñadas y proyectadas para la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Bondad, lo han sido en base a la combinación de un repertorio de motivos ornamentales que enlazarían con un estilo Barroco Clasicista de primera época que realiza, no obstante, sensibles guiños al “Plateresco” en una doble vertiente:

Por un lado, desde el punto de vista estético, la “galleta” de la potencia se configura por medio de una serie de elementos de inspiración vegetal bastante menudos, casi “afiligranados”, pero que se enlazan entre sí pasando unos sobre otros y generando un fuerte “movimiento” de relieves hacia delante y hacia atrás cuyo propósito es lograr en esta parte de la potencia un fuerte contraste de volúmenes que sea capaz de producir un acusado juego de luces y de sombras de fuerte impacto visual.

Todos estos elementos decorativos de la “galleta” se componen y distribuyen en torno a un óvalo central que irá orlado por otro engastado con pedrería, y que en un principio se han concebido como pequeñas “capillas” destinadas a alojar sendas imágenes de La Virgen de la Fuensanta, y de los considerados como mártires cordobeses San Acisclo y Santa Victoria (a la espera de la decisión definitiva de la Hermandad a este respecto); pero lo hacen dejando numerosos espacios calados entre ellos, lo que unido al pronunciado “movido” y juego de volúmenes que establece ese pequeño ”laberinto” de “hojas” y “roleos”, hará que la galleta de la potencia  aparezca como un conjunto marcadamente “descargado” y “aéreo”, pero dotado, a la vez, de un potente valor ornamental que se convertirá en uno de los principales elementos definitorios de la elegancia y de la fuerte personalidad estética de la potencia.

Este conjunto de motivos ornamentales se remata en su parte superior en un“frontón” partido, a modo de gran cornisa curvilínea que se proyecta fuertemente hacia adelante, reforzando aún más el movimiento de la “galleta”, y que actúa además como elemento separador entre ésta y la “ráfaga” de la potencia.

Se ha concebido y proyectado esta ráfaga como un elemento que combina rayos rectos y flamígeros cuyo acabado definitivo irá bruñido “a espejo” (procedimiento que los hará tener especiales tersura y brillo) entre los que vuelven a entrelazarse nuevos motivos decorativos de inspiración vegetal, que unas veces se superponen y otras pasan por detrás de los propios rayos, recurso que no hará otra cosa que contribuir al especial juego de volúmenes y planos, y, como consecuencia, a su efectista juego de luces y de sombras. La incorporación de los rayos de manera alternada (rectos y flamígeros), y trabajados con este peculiar tratamiento técnico, provocará que cuando alguna luz incida directamente sobre ellos se desvíe siguiendo la dirección de los mismos creando una sugerente sensación de “movimiento” en el conjunto de las potencias cuando se hallen colocadas sobre la sagrada cabeza del Titular.

Cerrando el capítulo de motivos iconográficos y ornamentales que componen la potencia, hemos de mencionar a la cabeza alada de querubín que sirve de arranque a los rayos centrales de la ráfaga y que supone a la vez la solución de continuidad entre ésta y la galleta.

Todo lo expuesto hasta ahora deberá tener la misión de lograr  un conjunto formado por ráfaga y galleta cuyo objetivo estético fundamental será el de obtener un efecto de corporeidad que aleje a la potencia del tan repetido efecto “plano”, y que permita que, vistas de perfil, también produzcan un acusado juego de planos y de movimiento de los elementos ornamentales que componen cada una de las tres piezas.

Esta obra que se ejecutaría íntegramente en plata de 1ª. ley (925 milésimas) conllevaría la integración de un nutrido y variado repertorio de técnicas orfebres que no resulta fácil encontrar reunidas en una misma pieza (Repujado y cincelado en la “pez” y en el “pan de plomo”, forjado del metal,  embutición, segueteado, tallado y grabado de la plata mediante el uso de buriles y fresas, “sacado de fuego ” artesanal, pulimentado de la plata, bruñido a mano, engastado de piedras, etc.),y que suponen unos modos de hacer que entroncan directamente con aquellas técnicas y procedimientos de trabajo característicos de los orfebres del Renacimiento y con las mismas herramientas, útiles y recursos que esos orfebres utilizaban hace ya casi cinco siglos.

  • 0